Me enfrento a la etapa más larga hasta este momento. 28 kilómetros. Arranco la jornada con respeto a la distancia pero, sobre todo, con mucha resignación. Sigue lloviendo.
Me asomo a la puerta del albergue para ver partir a los primeros peregrinos, y les veo alejarse bajo una persistente lluvia. Anoche estuvimos dando una vuelta y conociendo gente.
Está a punto de amanecer y una suave bruma lo envuelve todo. Me voy al puente a ver amanecer y el paso de los peregrinos.
He quedado con un equipo de televisión para grabar a la salida de Pamplona, así que no madrugo. Atravieso la ciudad cuando ésta ya ha despertado. Los niños al colegio, las tiendas abiertas y el tráfico denso.
Esta vez no inicio la etapa en solitario. Salgo con Alex, un venezolano, y con tres coreanos, Puka, Gina y un señor al que llamaban “father”. A la salida de Zubiri, desde el bacón de la última casa del pueblo, nos invitan a desayunar.
No son las 7 de la mañana y el ruido de algunos peregrinos cerrando sus mochilas me despierta. Perezoso, salto de la litera, para ver como esos peregrinos inician su camino a oscuras bajo una intensa lluvia.
Es martes, 3 de noviembre, llueve y hace frío. Comienzo a subir las duras cuestas que dan inicio al camino de Santiago partiendo desde Saint Jean de Pied de Port.