Cinque Terre: un trekking entre mar, historia y colores
11 de septiembre de 2025

Cinque Terre: un trekking entre mar, historia y colores

Hay rutas que enamoran no tanto por su dificultad ni por sus cifras, sino por lo que transmiten. El trekking del Cinque Terre, en la costa de Liguria (Italia), es uno de esos recorridos que se quedan grabados en la memoria.

 

No es una travesía de grandes desniveles ni de largas distancias —apenas unos 11 kilómetros—, pero sí una experiencia que pide tomarse con calma, al menos un par de días, para saborear cada detalle: los colores intensos de las casas, los olores de la cocina italiana, la brisa del Mediterráneo y la hospitalidad de los pequeños pueblos que forman este paraíso declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El nombre de Cinque Terre hace referencia a las cinco localidades que conforman este rincón de Italia: Riomaggiore, Manarola, Corniglia, Vernazza y Monterosso al Mare. Todas ellas parecen salidas de una postal, encaramadas sobre acantilados imposibles y unidas por senderos que fueron, durante siglos, la única vía de comunicación entre vecinos. Lo que hoy es un recorrido turístico imprescindible fue en su origen un camino de subsistencia: los pescadores bajaban al mar, los agricultores cuidaban sus terrazas de viñedos y olivos, y las familias se desplazaban de un pueblo a otro por senderos que todavía conservan ese aire auténtico.

Recorrer el Cinque Terre es un viaje de contrastes. Empiezas en Riomaggiore, con sus casas multicolor apiladas sobre la roca, y sigues hacia Manarola, probablemente el pueblo más fotografiado al atardecer, cuando la luz baña las fachadas y convierte el puerto en una pintura viva. Corniglia te sorprende porque, a diferencia de los demás, se encuentra en lo alto de un promontorio sin acceso directo al mar. Desde allí, las vistas del Mediterráneo son inolvidables. Vernazza, con su torre medieval vigilando la bahía, es quizá la imagen más icónica de la ruta. Y Monterosso, el último pueblo, regala al caminante la recompensa de una playa amplia donde descansar los pies después de la caminata.

Aunque la ruta entera puede completarse en unas 5 horas, lo cierto es que hacerlo de un tirón sería perderse lo mejor. El encanto turístico del Cinque Terre está en detenerse: probar un vino local en una terraza frente al mar, pasear por los callejones estrechos, dormir en una pequeña pensión familiar o, simplemente, sentarse a contemplar cómo las olas rompen contra los acantilados. Es un trekking que invita a ralentizar el paso, a dedicarle al menos un par de días para sentir realmente que se ha vivido la experiencia.

En cuanto a la dificultad, se trata de una ruta asequible para casi todo tipo de senderistas. Los senderos están bien señalizados, y aunque hay tramos con escaleras o cuestas pronunciadas, la mayoría se supera sin problema con un mínimo de preparación física. Lo importante es llevar un calzado cómodo y transpirable, ya que las piedras y las subidas pueden pasar factura si no se va bien preparado. No hay que olvidar tampoco la protección solar, porque buena parte del recorrido se hace a cielo abierto, con el Mediterráneo como compañero constante.

El mejor momento para recorrer el Cinque Terre es la primavera o el inicio del otoño. En verano, las temperaturas son más altas y los pueblos se llenan de turistas, lo que puede restar un poco de encanto a la experiencia. Fuera de temporada, en cambio, el clima es más amable y el paisaje se muestra en todo su esplendor, ya sea con la explosión de colores de la primavera o con la calma dorada del otoño.

Este trekking no es solo una oportunidad para caminar entre pueblos de cuento, sino también para sumergirse en la cultura italiana más genuina. La gastronomía es parte esencial de la experiencia: desde un simple plato de pasta fresca hasta la focaccia ligur o los vinos locales cultivados en terrazas imposibles que se aferran a la montaña. Cada parada es una excusa para descubrir que el Cinque Terre no se recorre solo con los pies, sino también con los sentidos.

En definitiva, el trekking del Cinque Terre es mucho más que un sendero de 11 kilómetros. Es un viaje entre mar y montaña, entre historia y modernidad, entre naturaleza y cultura. Un recorrido pensado para disfrutar sin prisas, para dejarse llevar y para descubrir, paso a paso, por qué este rincón de Italia se ha convertido en uno de los destinos imprescindibles para senderistas y viajeros de todo el mundo.